Todo hacía suponer que hoy sería un domingo normal. Lavar algo de ropa, almorzar con un amigo y jugar unos partidos de FIFA. Todo iba como pensado, hasta que encendí mi PS3 para que termine de descargar el Demo de PES 2011. Cinco minutos pasaron, y escuché 3 pitidos que hicieron que vea mi vida pasar frente a mis ojos en menos de un segundo. No me atreví a voltear, me quedé inmóvil dándole la espalda a la televisión. Ya no sonaba nada, mi negrita favorita se había apagado por sí sola. Cualquier otro estaría extrañado ante el hecho, pero yo no. No era extrañeza lo que sentía, era miedo. Miedo ante algo que resultaba tan obvio, miedo ante lo que es una posibilidad siempre latente para todo dueño de la máquina más maravillosa del mundo. Miedo a esa pequeña luz amarilla que no hace otra cosa sino indicar que tu PS3 ha pasado a mejor vida.
Yo usó muchísimo mi PS3. A pesar de tener un Xbox 360 y darle relativo uso, mi máquina principal para jugar es el PS3. Y por un margen muy superior. Incluso con eso, no creo haberle dado un uso excesivo a la consola, y hasta he sido muy cuidadoso con ella, tratando que no se sobre caliente o que se llene de polvo.
Aunque antes había leído algo del problema, no tenía idea de que habían tantos casos reportados, ni sabía la razón detrás de él (eso lo explicaré en otro post). Pasado el shock inicial, metí a mi pobre bb en una mochila, y lo llevé a Polvos Azules para que lo revise un pata que conocí cuando llevé a reparar mi Nintendo DS. Estaba viviendo el momento que tanto había temido, pero era como si no lo sintiera. Entiendo bien las etapas por las que pasa uno frente a una desgracia (y esto bien que lo es!) así que decidí saltarme todos e irme de frente a la aceptación y encontrar una solución. No me quedaba de otra.
La reparación fue bastante directa. La pasta refrigeradora que cubren tanto el CBE (Procesador) como el RSX (video) estaba más dura que Towelie durante Woodstock, así que ya no cumplían su función como debe ser. Unas simples reparaciones después, y aplicando nueva pasta, y mi querida negrita regresó a la vida. Pero, claro, nada volverá a ser lo mismo. A partir de ahora, la inseguridad será parte de mi vida con ella. Porque ya no es cuestión de “si podría ocurrir”, sino de “cuándo va a ocurrir” . Aunque ya había planeado comprarme un SLIM a futuro, creo que ahora la situación se transforma en una necesidad. Quién sabe si la próxima vez que ocurra, ya no tenga solución.
Hoy ha sido un día negro en mi vida gamer.